Cuentos para educar: “Juan sin miedo”
1) Introducción
Este escrito forma parte de una serie de artículos denominados “Cuentos para educar” donde presentaré cuentos clásicos adaptados a los niños para ofrecerles una historia divertida y con enseñanzas fáciles de entender. Cada uno de ellos puede utilizarse como material educativo para ayudar a los niños a desarrollar valores y lecciones importantes para la gestión de sus vidas. Puedes utilizarlos con los niños de la manera siguiente:
- 1) Primero que lean el cuento que se incluye y que respondan una serie de preguntas relacionadas con el mismo, repasar las respuestas con ellos.
- 2) A continuación, que hagan un resumen del cuento con sus propias palabras y sin tener el texto delante, revisar el resumen con ellos.
- 3) Por último, contrastar con los niños las enseñanzas que han aprendido del texto. Se sugiere realizarles unas preguntas y explicarles después un resumen de las enseñanzas. También se propone aplicar las enseñanzas del cuento a un ejemplo de la vida diaria de los niños. En el caso de este cuento, la aplicación que te propongo es realizar una actividad que al niño le de miedo o vergüenza con el fin de desarrollar la valentía que le permita vencer ese reto. Podemos poner como ejemplo de uno de esos retos el vencer el miedo de hacer exposiciones en público, que es algo que a muchos niños les da miedo o vergüenza.
Otro posible uso de estos artículos sería utilizarlos para el fomento a la lectura, y también para el trabajo de la comprensión lectora de los textos, que es un aspecto que la mayoría de los niños tienen que mejorar.
2) Lectura del cuento “Juan sin miedo”
Érase una vez un matrimonio de labradores que tenía dos hijos. Pedro, el mayor, era un chico muy trabajador, pero también era muy miedoso, cualquier ruido le sobresaltaba. Juan el pequeño era todo lo contrario, era vago e incapaz de aprender nada de utilidad, sin embargo, había una cosa que él podía hacer y su hermano no: ir a por agua a la fuente del bosque de noche, ya que no tenía miedo de nada, por esa razón la gente le llamaba ‘Juan sin miedo’.
— Hijo mío — Le dijo en una ocasión el padre a Juan –deberías aprender un oficio con el cual ganarte la vida. ¿Qué te gustaría hacer?
— Muchas veces oigo historias y leyendas plagadas de monstruos que aterran, y, sin embargo, a diferencia del resto que las escuchan, no siento ningún miedo. ¡Quiero aprender a sentirlo!
Disgustado el padre, creyendo que su hijo pequeño no se tomaba la vida en serio, le dijo enfadado:
— ¿Crees que eso será suficiente para tu porvenir? ¡Pues márchate a buscar el miedo!
Tras aquellas palabras, Juan se despidió de sus padres y su hermano y emprendió su camino. Estuvo andando sin parar varios días sin que nada especial le sucediese. llegó a un bosque y decidió cruzarlo, tras un rato caminando por el frondoso bosque se sintió cansado y se sentó a descansar un rato. De repente apareció ante él una bruja de terrible aspecto rodeada de un humo verde maloliente, Juan la saludó con toda tranquilidad.
— ¡Desvergonzado!, acaso no sabes que soy la bruja del bosque y puedo transformarte en un sapo con un chasquear de mis dedos — le advirtió, contrariada de encontrarse con alguien que no saltara de un susto al encontrarla.
— Eso habrá que verlo — contestó el chico sin impresionarse.
La bruja, enfadada, empezó a lanzarle todos sus hechizos, pero como el chico era muy ágil los esquivaba todos. En un descuido de la hechicera, que estaba ya cansada tras malgastar todos sus poderes, Juan le arrebató su escoba y empezó a golpearle con ella hasta que la hizo huir.
Juan rompió aquella escoba en mil pedazos para que no volviera a hacer mal a nadie y se echó a andar de nuevo, tras un rato llegó a un claro del bosque donde encontró una casa que le asombró por su tamaño. Llamó a la puerta para pedir algo de agua y le abrió un espantoso ogro.
— ¡Estaba preguntándome que comería hoy y la comida ha llamado a mi puerta! No eres muy grande, pero me servirás para el primer plato — dijo el gigante entre carcajadas.
Juan no soporto que se rieran de él, así que se quitó el cinturón y empezó a golpear con él las manos que lo querían atrapar. El ogro vio como sus dedos se pusieron colorados de los golpes de aquel muchacho.
— ¡Parad, parad! No me peguéis más — le suplicó llorando de dolor.
Juan se apiadó de él y dejó de golpearle, el ogro en agradecimiento le prometió que no intentaría comerse a nadie más que caminara por el bosque y le ofreció pasar la noche en su casa. Juan aceptó, y, tras un descanso reparador, por la mañana siguió su búsqueda de algo que le provocará miedo. Llegó a una gran ciudad y en la plaza escuchó a un pregonero que leía un mensaje del Rey
— Se hace saber que al valiente caballero que sea capaz de pasar tres días y tres noches en el castillo encantado se le concederá la mitad del oro del reino.
A Juan le contaron los lugareños que aquel castillo estaba lleno de inmensos tesoros y había sido antes la residencia del Rey, pero hacía años que nadie lo habitaba porque un gran brujo lo había encantado, también había dicho que el encantamiento desaparecería cuando un valiente consiguiera pasar en él tres días y tres noches. Entonces, el muchacho pensó que era una oportunidad ideal para él, y sin pensárselo dos veces se fue al palacio real y pidió ser recibido por el mismísimo Rey en persona.
Cuando estuvo frente a él le dijo:
— Señor si a usted le parece bien yo estoy decidido a pasar tres días y tres noches en ese castillo ya que no le tengo miedo a nada. Pero no os preocupéis por la recompensa, no estoy interesado en vuestro oro.
— Sin duda eres valiente, jovenzuelo, pero te advierto que muchos lo han intentado y, hasta ahora, ninguno lo ha conseguido — le dijo el monarca sorprendido de su valentía y generosidad.
— Yo pasaré la prueba — dijo el muchacho sonriendo.
El rey le miró y le dijo:
— Está bien, puedes llevar contigo tres cosas, con tal que no tengan vida, para ayudarte en tu estancia en el castillo.
El joven, tras pensárselo, le contestó:
— Pues bien, concededme llevar leña para hacer fuego, un yunque y un martillo.
Y así, Juan sin miedo escoltado por los soldados del rey se dirigió al tenebroso castillo que estaba en lo alto de una montaña escarpada, su aspecto era realmente lúgubre. Estando cerca del castillo los soldados dieron media vuelta y lo dejaron solo. Cuando empujó la gruesa puerta de madera de la entrada ésta crujió de manera extraña, sudó empujando aquel yunque que aquellos soldados miedosos no le habían ayudado a entrar en el castillo, había polvo y telarañas por todas partes. Como tenía frío, encendió en una sala un hermoso fuego con la leña que traía, puso al lado el martillo, y se sentó en el yunque estirando los brazos hacia el fuego para calentarse, muy pronto se quedó dormido.
Al rato, unos ruidos de cadenas lo despertaron, al abrir los ojos vio ante él un fantasma con ojos rojos que brillaban en la oscuridad, el muchacho, lejos de asustarse, se enfadó mucho con el espectro por haber interrumpido su plácido sueño, así que cogió un palo ardiendo y se lo tiró al fantasma. Éste con su sábana en llamas huyó espantado de allí y el muchacho siguió durmiendo tan tranquilo.
Por la mañana se dedicó a recorrer el castillo, encontró una habitación con una gran cama y decidió pasar allí su segunda noche, al poco rato de haberse acostado oyó unos rugidos y ante él aparecieron tres grandes tigres que lo miraban con ojos amenazadores. El muchacho cogió una barra de hierro y empezó a repartir golpes, con cada golpe los tigres se fueron haciendo más pequeños, tanto se redujeron de tamaño que al final quedaron convertidos en unos juguetones gatitos, entonces Juan los acarició con ternura.
Llegó la tercera noche y Juan se echó a dormir, al cabo de unos minutos escuchó unas impresionantes pisadas. Entonces entró en su habitación un hombre alto que tenía un aspecto horrible, era viejo y tenía una larga barba blanca. Juan pensó que aquel era el brujo que había encantado aquel castillo según la descripción de este que le habían dado.
— ¡Prepárate a morir! — le dijo el hechicero.
— No tan pronto — contestó el joven que salió corriendo.
El brujo le persiguió corriendo por los pasillos, hasta que entró en una habitación oscura donde Juan le tendió una trampa, al entrar, el muchacho le clavó con el martillo la larga barba en el yunque que había traído.
— Ya eres mío — le dijo.
Entonces comenzó a pegar con un palo al hechicero hasta que éste, dolorido, le ofreció, si le dejaba libre, desencantar aquel castillo y darle todas las riquezas que se encontraban escondidas allí. El joven soltó el martillo y le dejó en libertad, el brujo le llevó a un cuarto donde le entregó tres cofres llenos de oro y deshizo el encantamiento que pesaba sobre aquel lugar. Cuando el hechicero se marchó del castillo Juan sin miedo volvió a dormirse, había sido una noche muy movida.
Como habían pasados los tres días con sus noches, el Rey fue a comprobar si Juan seguía sano y salvo en el castillo, allí le encontró tan tranquilo y sin un solo rasguño, y le explicó como había vencido al brujo y le había hecho deshacer el encantamiento que pesaba sobre el castillo. Todos celebraron una gran fiesta para honrar la gran hazaña del valiente ‘Juan sin miedo’, el rey agradecido le invitó a quedarse a vivir en el castillo el tiempo que quisiera, el muchacho aceptó la invitación, ya que había decidido terminar sus aventuras por agotarse sus esperanzas de llegar a conocer el miedo.
Pasaron varias semanas, y un día, mientras Juan estaba en medio dormido en su alcoba, Esmeralda, la hija menor del rey, le trajo una pecera llena de peces de colores como regalo. Sin querer la princesa dejó caer la pecera, y derramó el agua fría y los pececitos de colores encima de la cara de ‘Juan sin miedo’. Él, que nunca había sentido en su cara nada semejante, grito horrorizado.
— ¡Qué horror! ¡Qué frio! ¡Qué miedo! — Exclamó Juan retirándose el agua y todos los peces del rostro. Y así fue como conoció finalmente el miedo.
La princesa nunca contó lo sucedido a nadie, porque reconoció que Juan era un valiente muchacho que había buscado incansablemente sus miedos y debilidades hasta encontrarlos y reconocerlos. Esa valentía enamoró a la princesa, y un bonito día de primavera en ese castillo lejano ambos se casaron y vivieron felices para siempre, y el valeroso muchacho siguió siendo conocido en todo el reino como ‘Juan sin miedo’.
3) Actividades que pueden hacer los niños con este cuento
3.1) Responder las siguientes preguntas relacionadas con el cuento
- ¿Qué es lo que quería Juan y no conseguía?
- ¿A qué personajes encuentra Juan en el bosque que cruza?
- ¿Qué le ofrece el Rey a Juan si pasa tres días y tres noches en el castillo encantado?
- ¿Quién se le apareció a Juan sin miedo en el castillo la primera noche? ¿Qué hizo con él?
- ¿Quién se le apareció a Juan sin miedo en el castillo la segunda noche? ¿Qué hizo con él?
- ¿Quién se le apareció a Juan sin miedo en el castillo la tercera noche? ¿Qué hizo con él?
- ¿Cómo descubre el miedo Juan al final del cuento?
3.2) Después de haber respondido las preguntas anteriores, hacer un resumen del cuento
3.3) A continuación revisar con los niños la enseñanza que han aprendido del texto:
- Por ejemplo, preguntándoles: ¿Qué enseñanza has aprendido de este cuento?
- También pidiéndoles que os expliquen si han encontrado alguna situación similar a la del cuento y como la han afrontado
- Revisar con ellos el resumen de las enseñanzas con la ayuda de las explicaciones de la sección 4 de este artículo.
- Finalmente, proponerles aplicar las enseñanzas del cuento a un ejemplo de la vida diaria tal como se indica en la sección 4 de este artículo. En el caso de este cuento, la aplicación que te propongo es realizar una actividad que al niño le de miedo o vergüenza con el fin de desarrollar la valentía que le permita vencer ese reto. Podemos poner como ejemplo de uno de esos retos el vencer el miedo de hacer exposiciones en público, que es algo que a muchos niños les da miedo o vergüenza.
4) Enseñanzas y valores que se pueden aprender en este cuento
Este cuento puede ayudar a los niños a comprender la importancia de identificar los miedos que cada uno tenga y desarrollar la valentía y la determinación necesarias para superarlos. Se adjuntan algunas recomendaciones para ello:
- Explicar a los niños que los miedos son normales: El cuento puede ayudar a los niños a comprender que los miedos son una parte normal del crecimiento y que todos los enfrentan en algún momento de su vida. Incluso alguien tan valiente como Juan sin miedo descubre que puede tener miedo a algo.
- Hay que construir una confianza entre adultos y niños para la gestión conjunta de estos miedos: Es necesario crear un canal abierto de comunicación para que los niños puedan contar sus miedos y temores a sus padres. Al compartir sus miedos, los niños aliviarán sus temores y les será más fácil superarlos. Escucha a tus hijos, ten paciencia y empatía, jamás te burles de sus miedos.
- Sé un ejemplo para los niños: Cuenta tu experiencia de miedos cuando eras pequeño a tu hijo. Y cuéntale cómo has conseguido superar eses miedos. Enseña a tu hijo que todo pasa, que todo es una etapa, y que los desafíos están ahí para hacernos crecer.
- Ayuda a los niños a identificar sus miedos: El cuento destaca la importancia de identificar nuestros miedos y enfrentarlos en lugar de ignorarlos. Al buscar su miedo, Juan está buscando el conocimiento y el poder de controlar su propia vida. Es importante que los padres busquen la fuente, el por qué sus hijos tienen miedo para entenderles. Por ejemplo, si un niño tiene miedo a irse a la escuela hay que hablar con el niño y con sus maestros para entender mejor este miedo para ver cómo superarlo. Si el niño tiene miedo a las pesadillas hay que hablar con el niño y averiguar el origen para ver cómo superarlo.
- Ayuda a los niños a superas sus miedos: Una de las herramientas que puedes usar es el juego. Por ejemplo, jugar a encontrar cosas en la oscuridad, contar cuentos de miedo para reírse de ellos y así desmontar estos miedos, etc.
5) Ejemplo práctico: vencer el miedo de hacer exposiciones en público
En el caso de este cuento, la aplicación que te propongo es realizar una actividad que al niño le de miedo o vergüenza con el fin de desarrollar la valentía que le permita vencer ese reto. Podemos poner como ejemplo de uno de esos retos el vencer el miedo de hacer exposiciones en público, que es algo que a muchos niños les da miedo o vergüenza.
Existen varias formas de ayudar a los niños a superar el miedo de hacer exposiciones en público:
- Fomentar la confianza en sí mismos: Es importante ayudar a los niños a desarrollar su autoestima y confianza en sí mismos, para que se sientan más seguros al hablar en público. Decidles que están capacitados para hacer la exposición y que les va a salir bien si dedican el tiempo suficiente para prepararla.
- Practicar en casa: Ayudar a los niños a practicar su exposición en casa puede ayudarles a sentirse más seguros y preparados para cuando llegue el momento de hablar en público.
- Hacer que pierdan el miedo a equivocarse: explicarles que los errores que comentan son una oportunidad para aprender de ellos para mejorar.
- Enseñarles a respirar adecuadamente: Enseñarles a respirar adecuadamente puede ayudarles a relajarse y controlar su ansiedad antes de hablar en público.
- Hacerlo un juego: Hacer un juego de la presentación puede ayudar a los niños a sentirse menos presionados y más relajados.
- Celebrar sus logros y progresos: es fundamental alentar y celebrar los logros y progresos de los niños, esto les ayudará a sentirse más confiados y motivados a seguir mejorando.
- Enseñarles a manejar la crítica constructiva: Es importante enseñarles a los niños a manejar la crítica constructiva que se pueda producir durante su exposición, aceptarla y verla como una oportunidad para mejorar.
- Dar ejemplo: Por último, pero no menos importante, es fundamental ser un buen ejemplo para los niños, si ellos ven que los adultos también se sienten nerviosos al hablar en público, pero aun así lo hacen, les ayudará a ver que es algo normal y a superar sus miedos.
6) Origen de este cuento
Este cuento es una adaptación de Juan sin miedo, o “La historia de uno que hizo un viaje para saber lo que era miedo”, un cuento de hadas de los hermanos Grimm, escritores y filólogos alemanes célebres por sus cuentos para niños.
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© Virgilio Postigo Cubo. 2023.
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